“La gripe para los ancianos es más dura este año”
“¡Cuidado con los ancianos, eviten el contacto con los niños!”

Es invierno, enciendes la televisión y es muy probable que te encuentres con al menos una de estas frases. Aunque algunos ancianos, más en forma que algunos veinteañeros, no se sienten “frágiles” en absoluto, ¡el sistema inmunitario nota los años!
Si para un niño, o un adolescente, resfriarse puede ser pan comido, para los ancianos cada invierno supone un reto cada vez mayor.
Como ante cualquier reto que se quiera superar, ¡es bueno no estar desprevenido! ¡Veamos algunos consejos para que el sistema inmunitario funcione como el de un veinteañero!

¿Por qué el sistema inmunitario de los ancianos puede alterar su funcionamiento?

A medida que envejecemos, el sistema inmunitario puede disminuir, por varias razones[1]:

  • Se reduce la capacidad del sistema inmunitario para identificar antígenos extraños
  • Las células utilizadas para destruir bacterias se «ralentizan»
  • Disminuye el número de glóbulos blancos
  • Se producen menos sustancias para responder a las infecciones bacterianas

En resumen, con la edad el sistema inmunitario se vuelve más lento y menos eficaz. Entonces, ¿qué podemos recomendar?
El primer consejo es evitar el contagio, qué bobada estarás pensando, y sin embargo es fundamental. Evitar los lugares especialmente concurridos en invierno, donde el riesgo de contagio es mayor, y prestar atención a los besos y abrazos de los nietos, sin renunciar a ellos del todo, puede ser vitales en algunos casos.
Y no sólo eso, también podemos ayudar a nuestras defensas buscando apoyo en la naturaleza.

Las 3 reglas para un sistema inmunitario joven

  1. Comer bien para envejecer bien

Sí, el reto de apoyar el sistema inmunitario de los ancianos empieza en nuestra mesa.
Además de los consejos generales de consumir al menos 5 raciones de fruta/verdura al día y limitar la ingesta de grasas saturadas y azúcares simples, hay alimentos cuyo consumo es más recomendable en invierno. Son alimentos ricos en antioxidantes:

  • Aumentar el consumo de espinacas, manzanas, espárragos y aguacate, por su riqueza en glutatión;
  • Sí a verduras como las crucíferas (col, berza, brócoles) y frutas como el kiwi y los cítricos por su aporte de vitamina C;
  • Los alimentos buenos como la calabaza, las zanahorias y el hígado aportan más β-caroteno
  1. Si es necesario, complementar con suplementos

En la naturaleza hay varias plantas que pueden ayudar a mantener las defensas naturales del organismo, que pueden aprovecharse cómodamente tomando suplementos alimenticios.
Es el caso del Saúco, de cuyas flores y hojas se obtienen extractos útiles para este fin, o de las raíces del Astrágalo. El hongo Reishi, originario de China, que crece en la madera de roble o castaño, también es útil para reforzar las defensas del organismo.

  1. No olvides tus intestinos

Hay un aspecto que quizá mucha gente ignora: unas defensas inmunitarias fuertes proceden de un intestino equilibrado. Por eso es útil mantener una microbiota intestinal equilibrada. ¿Cómo?
Aportando probióticos, prebióticos y fibra alimentaria. Con la comida: el yogur, el chucrut y la soja fermentada son fuentes naturales de probióticos, mientras que los prebióticos pueden encontrarse en los cereales integrales, así como en las legumbres.
Si se necesitan más probióticos, pueden tomarse suplementos dietéticos que los contengan, a menudo en combinación con fibras prebióticas.

 

Leer las advertencias antes de asumir los productos. Recuerda la importancia de una dieta variada y equilibrada y un estilo de vida saludable.
[1]https://www.msdmanuals.com/it-it/casa/disturbi-immunitari/biologia-del-sistema-immunitario/effetti-dell-invecchiamento-sul-sistema immunitario#:~:text=Persone%20anziane,pi%C3%B9%20comuni%20le%20malattie%20autoimmuni